La televisión abierta ha muerto… no recientemente, sino lleva en ese estado hace ya unos años. ¿Que hemos estado viendo entonces? El muy podrido y desecado cadáver que lo que una vez fue, es decir, el camino de la descomposición (con todos sus horrendos líquidos, bacterias y “aromas”) en su más profunda expresión.
¿No me creen? Solo enciendas sus televisores en el horario de más demanda (entre las 19.00 y las 00.00) y vean el material de calidad que nos entregan. Quizás algunos no se han dado cuenta (habiendo subsistido todo este tiempo a punta de TV por cable), pero les pido que lo hagan, como ejercicio sociológico sobre lo que vemos... pero les advierto, el resultado no es para nada bonito.
La semana pasada, en nuestras continuas reuniones de los jueves en los cuales nos juntamos a develar los oscuros secretos que Lucho nos tiene guardados (una experiencia por lo demás difícil, ya que las cosas tienden a “desmadrarse”), una amiga necesitaba para el trabajo una revisión de la programación y los comerciales que daban en el horario prime, es decir, noticias en adelante… y como buenos amigos e inocentes victimas, la acompañamos eligiendo como punto de entrada la programación del Canal 13.
En un principio todo estuvo normal, primero la teleserie Papi Ricki (¿quien eligió ese nombre?!), luego las noticias y luego el estelar de los jueves… Vértigo. Ahí, acompañados de Álvaro Salas y Luís Jara nos dimos cuenta de manera absoluta, cuan muerta estaba la Tv. Y aunque es verdad que los programas no están enfocados a mi grupo, se podía ver que la calidad de lo que se entregaba rondaba a la encontrada en los infomerciales… ¿Esta la TV abierta tan controlada por el people meter que la calidad de la programación paso a ser secundaria? ¿Los buenos programas pasaron a ser una excepción antes que una regla?
La verdad es que si… solo vean TV abierta. Y lloren la perdida de un querido y viejo amigo (al fin y al cabo, todos crecimos con ella). Solo esperemos que la Interblag logre revivirla... o por lo menos viva bajo sus estandares.
